Las infecciones pueden afectar a las vías respiratorias altas (nariz, garganta, tráquea y bronquios) o a las vías bajas, es decir, a los pulmones. Las primeras son las más frecuentes y engloban, entre otras, la rinofaringitis aguda (resfriado común), la faringoamigdalitis y la rinosinusitis. Las infecciones de los pulmones, denominadas neumonías, son más graves, pero mucho menos comunes.
En función de la causa, se clasifican en víricas -la mayoría- y bacterianas. Estas son algunas de las infecciones más comunes:
- Resfriado común. Si empiezas con congestión nasal y mocos, tos, estornudos, malestar general y dolor de cabeza, a veces con fiebre, probablemente sufras un resfriado común, generalmente debido a los rinovirus. Es frecuente que el moco sea inicialmente acuoso y luego más espeso y amarillo por la acumulación de células muertas y otros desechos, pero esto no significa necesariamente que se precise un antibiótico.
- Si el síntoma principal es el dolor de garganta, lo más probable es que tengas una faringitis, que puede ser vírica o bacteriana. Distinguirlas no es fácil. Si además del dolor tienes síntomas de resfriado, casi siempre el causante es un virus. Si, por el contrario, no tienes ni tos ni mocos y la fiebre es mayor de 38 °C, es posible que la culpable sea una bacteria. La presencia de las famosas «placas» blancas en la garganta y de ganglios -que se notan como bultos- dolorosos en la garganta apoyan este diagnóstico.
- Es una infección de la mucosa que recubre la nariz y los senos paranasales (unos espacios huecos que están detrás de nuestra frente, nariz y ojos) y que origina mucha congestión, dolor en la cara, malestar general y fiebre. Si esta es mayor de 39 °C, la secreción nasal parece pus o los síntomas empeoran a partir del quinto día, lo más probable es que el origen sea una bacteria y, por tanto, necesitas un antibiótico.
La mayoría de las infecciones respiratorias agudas descritas son víricas, por lo que no se tratan con antibióticos porque solo son efectivos contra las bacterias. Será tu médico quien determine si necesitas uno. Recuerda que debes evitar la automedicación con antibióticos porque puede comportar riesgos y generar resistencias en nuestro cuerpo.
Cuando la infección está provocada por un virus, el tratamiento busca aliviar los síntomas. Si tienes dolor y fiebre, puedes tomar paracetamol o ibuprofeno, pero si además va acompañado de estornudos y congestión nasal, un antigripal es más apropiado. Cuando lo que tienes es únicamente congestión nasal, puedes usar suero fisiológico para limpiar la mucosidad, o un medicamento compuesto por xilometazolina. En nuestro vademécum contamos con Idasal, indicado para el alivio sintomático de la congestión nasal en resfriados, rinitis (alérgica y no alérgica) y otras afecciones nasales como sinusitis.
Las infecciones respiratorias se transmiten a través del aire. Más en detalle, las gotitas de saliva microscópicas que las personas infectadas transmiten al toser o estornudar son las causantes. También se transmiten a través de las manos, que se contaminan al sonarse o taparse la boca al estornudar. Por tanto, la mejor prevención se basa en no acercarse a las personas afectadas, lavarse muy bien las manos y, en definitiva, extremar la higiene.
Excepto para la gripe, no existen vacunas eficaces contra los virus respiratorios.
Una adecuada alimentación es importante para mantener el cuerpo fuerte y con defensas.
Recuerda consultar un infectólogo si tienes dudas.