• Abiertas: con separación de la piel. Debemos comprobar la distancia que hay de un borde a otro de la herida, y la profundidad. Si no es muy abierta, no será necesaria una sutura.
  • Cerradas: no se observa separación de la piel, pero generalmente hay hematoma. Suelen estar producidas por golpes, y requieren una atención rápida para descartar el compromiso de algún órgano o de la circulación.
  • Simples: alcanzan solamente a la piel sin afectar ninguna función del organismo. La persona solo manifiesta dolor local, no se queja de dolor en órganos internos.
  • Complicadas: son extensas y profundas, con hemorragia abundante, y generalmente conllevan lesiones de músculos, nervios, vasos u órganos internos. Son muy llamativas y se reconocen fácilmente.

 

El manejo de las heridas por quemaduras o por presión aún es una ciencia en desarrollo, los avances tecnológicos en salud generan protocolos de tratamiento innovadores empleando nuevas técnicas de curación, y el uso de fármacos tópicos y sistémicos de última generación. Es necesario para el profesional de la salud permanecer constantemente actualizado en estos tratamientos para garantizar la sanación de sus pacientes de la población en donde laboran.