Las pruebas en piel o cutáneas se usan para averiguar si el paciente tiene IgE específica frente a la sustancia o alérgeno probado; las personas sin alergia no tienen IgE frente a ese alérgeno. Si el paciente tiene IgE se dice que la prueba es positiva y que el paciente está sensibilizado. Si no da reacción, se dice que la prueba es negativa, que el paciente no tiene alergia a ese alérgeno.

Se ponen siempre dos pruebas de control o testigos. Estas pruebas son con suero salino y con histamina. La prueba del suero no tiene que dar reacción (prueba negativa), y la de histamina sí que tiene que dar una pápula (prueba positiva). Si no es así, las pruebas no son válidas.

Si el suero da reacción puede deberse a que el paciente tiene una piel excesivamente sensible (a esto se le llama dermografismo), frente a estímulos como el propio pinchazo, y si las sustancia probadas dan reacción no puede determinarse que realmente sea por alergia sino por esa sensibilidad. Este resultado se llama falso positivo.

La histamina da reacción en la piel de todas las personas, tengan o no alergia. Si la histamina no da reacción es que la piel no está respondiendo bien, y puede que tampoco responda frente a las sustancias que le causen alergia. Este resultado se llama falso negativo. Esto suele deberse principalmente a que el paciente esté tomando alguna medicación.

Algunos medicamentos pueden alterar las pruebas y hacer que no sean fiables. Los principales medicamentos que las alteran son los antihistamínicos que se usan para la alergia, catarros, picores, síntomas gripales, para el mareo, para dormir, etc. Hay que intentar evitarlos desde siete días antes. En otro documento de esta web se muestran medicamentos que alteran las pruebas.

Cuando vayan a hacerle pruebas, es recomendable comentar al alergólogo pediatra todos los medicamentos que está tomando.

Estas pruebas pueden ser ligeramente dolorosas, a veces los niños lloran, pero suele ser más por miedo que por el propio dolor. Hay niños muy pequeños que no se quejan en absoluto.

A cualquier edad, incluso en niños de un mes de edad. Hay una falsa creencia de que no pueden hacerse hasta los tres años o más. Esto no es cierto, se pueden hacer a cualquier edad, y se deben hacer cuando haya alguna sospecha justificada.