La hepatopatía alcohólica es la lesión del hígado causada por el consumo excesivo de alcohol durante mucho tiempo.

En general, la cantidad de alcohol consumida (cuánto, con qué frecuencia y durante cuánto tiempo) determina el riesgo y la gravedad de la lesión del hígado.

Los síntomas van desde una ausencia de ellos al comienzo de la enfermedad hasta la aparición progresiva de fiebre, ictericia (coloración amarilla de la piel), fatiga y un hígado doloroso y agrandado (hepatomegalia), para continuar con problemas más graves como hemorragias digestivas y deterioro de la función cerebral.

Para ayudar a identificar si la bebida es un problema, el médico puede proporcionar un cuestionario a la persona y preguntar a los miembros de su familia cuánto bebe.

Si la persona que ha estado consumiendo alcohol en exceso presenta síntomas de enfermedad hepática, se realizan análisis de sangre para evaluar la funcionalidad del hígado y, en ocasiones, puede ser necesario practicar una biopsia hepática.

El mejor tratamiento es abandonar el consumo de alcohol, pero hacerlo es muy difícil y a menudo requiere la ayuda de programas de rehabilitación.

Se estima que, en un año cualquiera, cerca del 8,5% de los adultos estadounidenses sufren un trastorno por consumo de alcohol. Aproximadamente el doble de varones que de mujeres consumen alcohol en exceso. (Véase también Alcohol.)

El alcohol, tras ser absorbido en el tubo digestivo, se procesa (metaboliza) principalmente en el hígado. Conforme se metaboliza se producen sustancias que pueden dañar el tejido hepático. Cuanto más alcohol se consume, mayor es la lesión hepática. Cuando el alcohol lesiona el hígado, este puede seguir funcionando durante cierto tiempo, ya que el hígado a veces puede llegar a recuperarse de una lesión leve. Asimismo, el hígado puede funcionar con normalidad aun cuando el 80% esté lesionado. Sin embargo, si la persona continúa consumiendo alcohol, el daño hepático progresa, pudiendo llegar a ocasionar la muerte. Si deja de beber, parte de la lesión puede revertirse y la persona tiende vivir más años.

El abuso del alcohol puede causar tres tipos de lesiones hepáticas, que a menudo se desarrollan en el orden siguiente:

Acumulación de grasa (hígado graso o esteatosis hepática): este tipo es el menos grave y, a veces, puede ser reversible. Se presenta en más del 90% de las personas que consumen demasiado alcohol.

Inflamación (hepatitis alcohólica): el hígado se inflama aproximadamente entre el 10 y el 35% de las personas afectadas.

Cirrosis: alrededor del 10 al 20% de las personas que abusan del alcohol desarrollan cirrosis. En la cirrosis, se sustituye de forma permanente gran parte del tejido hepático normal por un tejido cicatricial (fibrosis hepática), incapaz de realizar función alguna. Como resultado, la estructura interna del hígado se distorsiona, y ya no puede funcionar con normalidad. Por último, el hígado por lo general se reduce de tamaño. Las personas afectadas pueden presentar pocos síntomas o los mismos síntomas que los ocasionados por la hepatitis alcohólica. La cirrosis es irreversible.