Si no tienes idea, no te preocupes, aquí te lo decimos. Todo se remonta al 7 de Junio de 1958 cuando la prestigiosa revista The Lancet publicó un artículo titulado “Investigación de masas abdominales por ultrasonido” donde el profesor Ian Donald describía un hallazgo que representaría un antes y un después en el diagnóstico de muchas enfermedades y concretamente en el campo de la obstetricia.
En dicho estudio describía cómo era posible detectar una tumoración ovárica mediante esta nueva técnica. Un año después consiguió obtener ecos claros de la cabeza de un feto al aplicar la ecografía a una mujer embarazada, algo que revolucionaría el diagnóstico prenatal.
En la actualidad disponemos de aparatos y profesionales, cada vez mejor formados, capaces de diagnosticar retrasos de crecimiento y mal posiciones del feto, problemas placentarios y del líquido amniótico, anomalías congénitas… convirtiendo el diagnóstico prenatal en una de las ramas de la medicina que más ha avanzado en los últimos años.
Un ejemplo de ello lo tenemos cuando en la ecografía morfológica que se realiza a las 20 semanas de gestación, entre los órganos que se valoran en el feto uno es el corazón, que mide tan solo un centímetro de longitud (doce veces más pequeño que el de un adulto) pero incluso con ese tamaño se valoran las mismas estructuras y se estudian los flujos de la misma manera que con una ecocardiografía en vida adulta, con el inconveniente añadido de que se hace en un feto que se mueve durante la exploración y a través de la madre.
Esto es posible gracias a la alta resolución de imágenes que se obtienen con los cada vez más preparados y resolutivos ecógrafos, y por supuesto a ecografistas como Kurjak, Nicolaides, Campbell, Snijders y tantos otros cuyo trabajo han hecho avanzar esta técnica diagnóstica. Pero centrémonos en el pionero de todos ellos, Ian Donald.
Nació en Cornwall (1910) en el seno de una familia de médicos escoceses. Su formación escolar comenzó en Escocia y finalizó en Sudáfrica, volviendo a Inglaterra con veintiún años, graduándose en el Hospital St. Thoma´s de la Escuela de Medicina en 1937. Dos años después se unió a la RAF (Real Fuerza Aérea) donde incluso le llegaron a condecorar. Será en estos dos años de servicio donde comenzaría a mostrar interés en el sonar y el radar, unas técnicas utilizadas por primera vez en 1910 para localizar submarinos enemigos. Finalizada la guerra regresó a Londres donde se dedicó, ahora sí, a la Ginecología y Obstetricia, con el acierto de aplicar esa tecnología en medicina. En 1955 contactó con Tom Brown de la Compañía de Instrumentos Científicos Kelvin & Hughes y, tras varios fracasos iniciales, consiguió finalmente diagnosticar esa tumoración ovárica que comentaba al principio.
Un ultrasonido se basa en la propiedad que tienen ciertos cristales como el cuarzo, la turmalina y el topacio que, al someterse a una cierta tensión eléctrica se induce una tensión mecánica (vibración). Este haz ultrasónico puede ser de emisión continua (Doppler) o discontinuo (modalidades A, B, M y Doppler pulsado). Los ecógrafos disponen de un transductor que emite ondas de ultrasonidos de alta frecuencia hacia el área del cuerpo que queremos estudiar, recibiendo su eco una computadora que la convierte en imagen.
Pero las observaciones iniciales de los ultrasonidos las encontramos cuando el italiano Spallanzani, en 1794, observó que durante el vuelo de los murciélagos no chocaban con nada a pesar de ser ciegos. Es entonces cuando teoriza que emitían unos sonidos imperceptibles para el hombre que llamaría ultrasonidos, que captan con sus orejas tras rebotar en los objetos. Años después de esta primera observación, concretamente en 1842, aparece el primer artículo de Christian Doppler sobre el efecto de su mismo nombre. En 1912, Richardson sugiere la utilización de ecos ultrasónicos para detectar objetos sumergidos, creándose el primer generador de ultrasonidos cinco años después por Paul Langevin y Chilowsky.
Desde entonces las aplicaciones de esta nueva tecnología ha sido imparable, especialmente en medicina:
En 1942, el psiquiatra Karl Dussik hizo el primer intento de detectar tumores cerebrales con el paso del haz sónico a través del cráneo.
En 1952, Wild y Reid publican imágenes de un riñón normal.
En 1957, Donald inicia su aplicación en obstetricia.
En 1960, se dispone del primer aparato de ecografías para el embarazo.
En 1963, urólogos japoneses estudian la próstata con ultrasonidos.
En 1964, aparece el Doppler para estudiar los vasos.
En 1966, Hollander y Hoffmann registran movimientos embrionarios y el latido cardíaco del feto.
En 1977, se crea la sonda vaginal que permite mejorar el estudio del embrión en el primer trimestre.
En 1982, la casa Aloka desarrolla el Doppler en color para una imagen bidimensional y un año después lanza al mercado el primer equipo con esa tecnología.
En 1983, Lutz combina la ecografía con el uso del gastroscopio para detectar el cáncer de estómago y para examinar el hígado y el páncreas.
En 1992, la casa Kretz realiza la primera ecografía 3D en Austria.
Hoy en día, la ecografía es una técnica ampliamente utilizada por múltiples especialidades médicas, en urgencias, en cuidados intensivos o en la consulta diaria.
Recientemente disponemos de una nueva tecnología, la ecografía 4D HD Live, pero… ¿qué nos deparará el futuro? Nadie lo sabe, lo que sí podemos asegurar es que seguiremos viendo avances tecnológicos que harán más seguro y práctico el cuidado de nuestra salud.