Los tics suelen aparecer como consecuencia de alguna causa externa, su repetición los convierte en hábito, y una vez instaurado éste, el tic surgirá de manera involuntaria.
Los tics son movimientos musculares involuntarios rápidos, repetitivos e incontrolables. Suelen aparecer como consecuencia de alguna causa externa y su repetición los convierte en hábito, que una vez instaurado hará que el tic surja de manera involuntaria, sin ninguna causa ni finalidad. Éstos desaparecen durante el sueño y pueden llegar a anularse durante un corto espacio de tiempo gracias a la voluntad del sujeto, la relajación o cuando éste se concentra mucho en alguna actividad, por el contrario cuando éste se halla nervioso, enfadado o cansado, aumentan su intensidad.
Existen gran variedad de tics, algunos muy simples y otros más complejos, los más frecuentes son: guiños, parpadeos, elevación de cejas, fruncir el ceño, morderse los labios, producir chasquidos con la lengua, carraspeos, giros de cuello, elevación de hombros, y un largo etcétera.
Los tics son más frecuentes en la edad infantil y la adolescencia, y con mayor incidencia de niños que niñas, ya que al parecer son propiciados por las hormonas masculinas. Suelen surgir sin ningún motivo aparente, principalmente en niños nerviosos o con antecedentes familiares, aunque en raras ocasiones son debidos a la alteración de algún centro nervioso. Si el menor vive en un ambiente rígido y poco permisivo, se propiciará su aparición o su continuidad, ya que éstos son una vía de nuestro organismo para liberar las tensiones, por eso resulta habitual que hagan su aparición en épocas del crecimiento con una importante carga emocional, y cuando ésta remite el problema desaparece poco a poco.
Para el tratamiento de esta enfermedad resulta muy recomendable hacer ejercicio, así como masajes y una gimnasia especial para los músculos que intervienen en el tic. Muchas veces también será necesario acudir a un psicólogo. En el caso de los niños resulta muy importante que los padres no muestren ansiedad ante el problema de su hijo, y mucho menos que lo reprendan, si el niño esta sometido a algún tipo de tensión acentuaremos más su problema, por eso debemos propiciar siempre un ambiente relajado y tranquilo para él, en el que pueda hablarnos de sus temores. La inhibición siempre resulta contraproducente.
En muchas ocasiones los padres no se dan cuenta de que su hijo tiene un tic hasta que éste se ha convertido en un hábito, pero si éste perdura más de tres meses y tu hijo se muestra triste o poco comunicativo, además el tic aumenta su frecuencia o intensidad, o este tipo de tic supone alguna autoagresión como golpearse contra la pared o estirarse las pestañas, cejas o pelo, resultaría muy recomendable que acudieras al neurólogo.