Tres de cada diez varones con más de sesenta años sufre algún grado de disfunción eréctil. Tradicionalmente ha existido cierta tendencia a asociar esta disfunción a un factor psicológico. Aunque la explicación médica desmiente esta creencia y aclara que se debe a la mala salud cardiovascular, el cual es el principal motivo de la disfunción eréctil.
La importancia de la disfunción eréctil, va mas allá de la afección en la vida sexual de quien la padece, ya que los problemas de erección apuntan a una mala salud cardiovascular.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo que ayudan a sufrir de disfunción eréctil son la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial, el sedentarismo, el consumo de tabaco o alcohol y la hipercolesterolemia.
Y existe una relación directa entre la salud cardiovascular y el vaso sanguíneo más grande del cuerpo (el pene) que requiere que la sangre llegue a todos sus capilares, y cuando esto no sucede, es un indicador de que hay problemas con el sistema cardiovascular.
Prevenir los daños estructurales
El tejido que recubre la parte interior de los vasos sanguíneos es particularmente sensible a factores como los niveles elevados de azúcar en la sangre, grasas o hipertensión arterial. Por lo que cuando se presenta la disfunción eréctil, es necesario tratar el daño funcional antes de que surjan daños estructurales que pueden ser irreversibles.
Los varones de más de cincuenta años con algún factor de riesgo cardiovascular extra constituyen el perfil más habitual de persona que sufre DE y que debe acudir rápidamente al especialista para minimizar los daños de esta patología.
Importancia de acudir al urólogo
La responsabilidad del urólogo en la salud de sus pacientes quedaba reducida al control de la próstata y en la realización de pruebas de cribado frente a un posible cáncer. «Hay que cambiar esta idea, el urólogo debe ser corresponsable de la salud integral de sus pacientes», asevera el doctor García Reboll
En este sentido, cobra mucha importancia el control de los niveles de testosterona, hormona que tradicionalmente se ha asociado de forma exclusiva a la función sexual del hombre pero que resulta decisiva en el control, por ejemplo, de la osteoporosis, en el mantenimiento de unos músculos fuertes, de una proporción adecuada entre músculo y grasa, actúa también en el mantenimiento de ciertas funciones cognitivas, etc.
«Con la edad, los niveles de esta hormona disminuyen y hay que controlarlo para eliminar, por ejemplo, un envejecimiento precoz o andropausia en el hombre», afirma el experto.
El estudio de la próstata, el seguimiento de la función eréctil como signo de alarma para la salud cardiovascular y el control del descenso de testosterona son, en opinión del doctor, los pilares en los que debe asentarse la atención urológica, de manera especial en pacientes de más de cincuenta años.
Sí cumples con uno o varios de estos factores de riesgo, es de gran importancia que consulten con su urólogo o cardiólogo de confianza.