A lo largo de la historia, los seres humanos han utilizado sus ojos en condiciones relativamente constantes, en las que solo se disponía de luz natural y estas horas de luz estaban limitadas al horario solar propio de cada año.
Así, las características físicas de la radiación solar eran estables, estando la actividad visual limitada a la luz natural y la alimentación estaba basada en el consumo de productos naturales que no habían sido elaborados de forma industrial.
No obstante, en el último siglo todo ha cambiado. El individuo tiene cada vez más demanda del sistema visual, una exigencia mayor conforme al rendimiento y diferentes fuentes de iluminación que incluyen distintas radiaciones. En resumen, el esfuerzo al que se somete a los ojos cada día es elevado, y se estima que seguirá aumentando.
Para compensar de alguna forma este estrés visual, el individuo tendría que cuidar más de sus ojos. No obstante, parece que hasta la alimentación es distinta, aumentando el número de carbohidratos que se consumen, así como la de carbonos y grasas. Por el contrario, el consumo de verdura y fruta ha disminuido.
A su vez, la alteración de la capa de ozono y el incremento del número de pantallas ha aumentado la ex posición ocular a la radiación ultravioleta, la polución… Cabe destacar también que hábitos como el tabaquismo favorecen el envejecimiento ocular.
El futuro que se nos presenta no parece esperanzador, pero se puede trabajar para detener el deterioro de nuestro sistema visual.
¿Cómo se pueden proteger los ojos?
En la medida de lo posible, es importante tratar de controlar los factores de riesgo. Por un lado, se ha de evitar la exposición a la radiación UV, el consumo de tabaco y tratar de consumir un mayor número de alimentos ricos en vitaminas C, E, Zinc, Selenio y Ácidos grasos poliinsaturados (AGP), como los Omega 3 y Omega 6. Salvo los AGP, éstos actúan como antioxidantes naturales, y éstos se consideran como una forma efectiva de reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas que pueden limitar la calidad de vida.
¿Cómo actúan? ¿Dónde se pueden encontrar?
Tanto la vitamina C como la E actúan como potentes antioxidantes que llevan a cabo la función celular y la del sistema inmune. Su función es combatir el estrés oxidativo que puede causar enfermedades oculares, tales como la degeneración macular o las cataratas.
- Alimentos ricos en vitamina C: cítricos, fresas, pimiento, kiwi, brócoli, tomate, coliflor
- Alimentos ricos en vitamina E: semillas de girasol, almendras, cacahuetes, piñones, albaricoques, espinacas
Por su parte, el zinc ayuda a liberar vitamina A del hígado y a su absorción para que esta llegue al tejido ocular. Se trata de un mineral imprescindible para el correcto de la retina.
- Alimentos ricos en Zinc: semillas de calabaza, chocolate negro, cordero, cangrejo
Por su parte, el Selenio lleva a cabo su acción antioxidante como la vitamina E, ayudando a absorberla y retrasando el envejecimiento en los tejidos oculares, previniendo enfermedades de tipo degenerativo.
- Alimentos que aportan Selenio: avena, nueces, champiñones, judías, ajo, pepino, levadura de cerveza
Estructuralmente, los carotenoides se clasifican en: carotenos, xantofilas y licopeno. El alfa-caroteno, beta-caroteno y beta-criptoxantina son carotenoides pro vitamina A, que pueden convertirse en retinol o en vitamina A. Los alimentos que más alfa-caroteno aportan son mandarinas y naranjas, tomates y zanahorias. La beta-criptoxantina se encuentra en papaya, pimentón y mandarinas.
La luteína y la xeaxantina tienen una alta capacidad para absorber la energía lumínica y se concentran en capas internas de la mácula. Estas dan protección al ojo de los deslumbramientos, mejorando la agudeza visual. Disminuyen el riesgo de enfermedades oculares que se asocian a la edad.
Los alimentos con un mayor contenido de luteína y xeaxantina son las hortalizas verdes, tales como espinacas, acelgas, judías, pimientos…
El licopeno, por su parte, no tiene actividad provitamina A, pero tiene una capacidad antioxidante dos veces mayor que el beta-caroteno, por lo que forme parte de la dieta es interesante.
Los ácidos poliinsaturados (AGP) se antojan indispensables para el organismo, aunque existen dos que el organismo no es capaz de sintetizar y que se deben obtener a partir de la dieta. Se trata del ácido linoleico y el ácido alfa-linoleico. En este, el organismo los convierte en EPA y DHA, fundamentales para la visión.
La ingesta de ácidos Omega-3 y Omega-6, como nueces, soja o pescados grasos favorecen el tratamiento de la sequedad ocular y las alteraciones de la córnea.
Para más información, consultar con un especialista en Oftalmología.
Al final la recomendación es visitar a su Oftalmólogo o en su defecto visitar nuestro sitio web https://medicosenmerida.mx/medicos-en-merida/oftalmologos/ para encontrar el especialista que mejor se adapte a sus necesidades.