Una carrera profesional exitosa, logros académicos, elogios y, a pesar de todo, sigues pensando que todo se debe a una serie de “golpes de buena suerte”, que pueden desaparecer en cualquier momento.
Este trastorno es más habitual de lo que parece: se llama “síndrome del impostor” y siete de cada 10 personas lo han sufrido alguna vez en su vida, según la doctora Valerie Young.
“Millones de mujeres y hombres en todo mundo, desde exitosos directivos de empresas, hasta brillantes estudiantes o actrices, como Kate Winslet, están secretamente preocupados por no ser tan birllantes y capaces como todos creen”, asegura Young.
Nunca estás a la altura…
Cuando la asesora profesional y autora del libro “Cómo superar el síndrome del impostor”, Aída Baida Gil, oyó hablar por primera del síndrome a la doctora Young, y no pudo sentirse más identificada.
Según Baida Gil, quienes lo sufren “tienen la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser lo suficientemente buenos, competentes o capaces; de ser impostores, un fraude”.
“Tuve esa sensación durante toda mi carrera científica. Pensaba ¿qué hago yo aquí? Después me di cuenta de que le sucedía a mucha más gente, especialmente en profesiones en donde la competencia es muy alta”, le contó la experta a BBC Mundo.
Baida Gil recuerda que le volvió a ocurrir cuando cambió de carrera y pasó de ser bióloga y genetista a coach profesional: “Aunque en ese caso fue más temporal”.
La asesora asegura que hay dos niveles: uno que desaparece con el tiempo y la experiencia —y que se manifiesta cuando nos sentimos inseguros ante un nuevo reto o puesto de trabajo— y otro más grave, que empeora con el tiempo.
“Asumes que tu éxito es cuestión de suerte y nunca lo achacas a tu inteligencia sino a factores externos o al hecho de que hayas tenido que trabajar muy duro para lograrlo“, explica.
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Cuatro posibles causas
De acuerdo con Aída Baida, la doctora Young estableció cuatro posibles fuentes de origen del síndrome:
- Dinámicas familiares durante la infancia. “Cuando tu hermano es ‘el inteligente’ y tu eres ‘la simpática’, o tienes presión para sacar buenas notas, padres muy exitosos o sientes que eres la oveja negra”, cuenta Aída.
- Estereotipos sexuales. El síndrome del impostor, según la especialista, es “igual de frecuente en mujeres que en hombres”, aunque hasta hace poco se pensaba que ocurría principalmente en mujeres debido a los “mensajes de éxito y fracaso en la sociedad” y a la “presión ante ser madre y, al mismo tiempo, una profesional de éxito”.
- Diferencias salariales. Aída trabaja principalmente con mujeres profesionales y asegura que “la realidad de la mujer en el mundo profesional” es también una causa de este síndrome.
- Percepción de éxito, fracaso y competencia. “Las personas que sufren el síndrome son muy exigentes consigo mismas y tienen una lista de requisitos prácticamente imposibles de llevar a cabo”.
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Pauline Clance, quien acuñó el término por primera vez, en 1978, dice que ella misma lo sufrió cuando estaba en la escuela.
“Cada vez que hacía un examen importante tenía un miedo terrible de haber suspendido. Mis amigos se estaban empezando a cansar de mis constantes preocupaciones, así que decidí guardarme los miedos para mí”, relata Pauline en su blog.
“Pensaba que mis traumas se debían al entorno educativo. Pero después me convertí en profesora y comencé a escuchar testimonios de otros alumnos, que sacaban muy buenas notas, y que tenían el mismo problema”.
“Me siento como un impostor”
Pauline, quien a día de hoy es psicóloga clínica, relata cómo uno de los alumnos se acercó a ella y le dijo: “me siento como un impostor hacia toda esta gente tan brillante”.
Fue entonces cuando, junto a la la doctora Suzanne Imes, decidió escribir un ensayo para hablar abiertamente sobre el trastorno.
“La mayoría de las personas que sufren el síndrome del impostor no dirían que se sienten como impostores. Pero cuando oyen hablar sobre el tema a menudo exclaman: ‘¡Así es exactamente como me siento!'”, asegura Clance.
Evaristo Fernández, profesor de Psicología Diferencial de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España) asegura que este síndrome está muy ligado al pesimismo defensivo.
“El Pesimismo Defensivo (PD) y el Síndrome del Impostor (SI) tienen dos cosas en común: la existencia de dudas acerca de la propia habilidad, el miedo al fracaso y el mantenimiento de unas bajas expectativas de resultado, todo ello a pesar de una importante historia de éxitos”, explicó en un ensayo publicado por la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AECP).
“No se creen merecedores de los éxitos que obtienen y les preocupa que los demás puedan descubrir en cualquier momento que no son tan inteligentes como parecen”.
Y agrega: “A pesar de sus logros, los denominados impostores manifiestanimportantes dudas acerca de sus habilidades y creen que éstas son continua e injustificadamente sobreestimadas por los demás”.
¿Cómo afecta a tu vida laboral?
Según Aída Baida, el “síndrome del impostor” puede tener repercusiones en la carrera profesional de quienes lo sufren.
“No corren riesgos ni se atreven a pedir un ascenso porque tienen miedo de no estar a la altura, así que trabajan por debajo de su potencial”, sostiene.
“También aumenta sus niveles de estrés y afecta a su productividad porque a menudo postergan tareas o bien trabajan demasiado duro para justificar que su éxito se debe al duro trabajo y no a su talento”.
Si te sientes reflejado en esa situación, lo mejor que puedes hacer, según la experta, es comenzar a dar las gracias la próxima vez te den un cumplido. “Sin dar excusas, sin justificarte. Simplemente dar las gracias”.
Lo más normal es que con el tiempo desaparezca tu sensación, pero, de no ser así, sería bueno que “investigues más sobre el tema, reconozcas las normas que te exiges a ti mismo y cambies los guiones internos cada vez que te enfrentes a una situación de estrés”.