Todos los veranos escuchamos en las noticias todo tipo de tragedias relacionadas con las piscinas, las playas, los ríos o pantanos. De hecho, los accidentes relacionados con el agua son una de las principales causas de mortalidad en los niños de entre uno y cuatro años. Muchas veces esas desgracias pueden convertirse en anécdotas si hay alguien capaz de actuar a tiempo de una forma efectiva. Por ello, vamos a ver cómo podemos realizar de manera acertada unos primeros auxilios.
Primeros auxilios para accidentes acuáticos
Una vez avistamos a la víctima del ahogamiento se lo comunicaremos al socorrista, pero, si no hubiera, tendríamos que actuar por lo que nos aproximaremos a ella aunque, dependiendo de nuestra posición tendremos que hacerlo de una u otra forma.
Por ejemplo, si estamos en un área donde el agua esté turbia nos acercaremos con los brazos en cruz y siempre con una pierna adelantada que nos permita percibir si hay algún obstáculo. En el caso de que estemos a una gran altura, nos lanzaremos de pie. Y sólo nos tiraremos de cabeza al agua si ésta es profunda y limpia. Aunque sea una técnica que nos permita llegar rápidamente al herido, puede causarnos un buen disgusto a nosotros mismos.
Si nos encontramos en algún tipo de embarcación deberemos considerar a qué velocidad y en qué dirección se dirige la misma para tirarnos en dirección de la marcha y sin meter la cabeza. Además de tener muy presente la posibilidad de que tenga hélices.
Dependiendo del medio donde se haya producido el ahogamiento, las características de las lesiones varían de forma que, si ha sido en el mar, el agua se traslada a los pulmones y produce lesiones. En los ríos y pantanos pasa de los pulmones a la sangre y empeora si es en una piscina porque el cloro envenena los pulmones.
Una vez hemos logrado sacar a la víctima del agua realizaremos un reconocimiento de la misma, donde observaremos si está consciente, si puede comunicarse y entendernos. Durante este proceso tenemos que intentar ponernos en contacto con el 112 y procurar no perder la calma para poder explicar cómo se encuentra el damnificado y qué instrucciones debemos seguir hasta que lleguen las emergencias.
Si la persona no respira tendremos que proceder a realizar reanimación cardiopulmonar, siempre moviendo al individuo como si hubiera sufrido alguna lesión en la columna. Para realizar la reanimación nos colocaremos de rodillas junto a la víctima para hacer compresiones sobe el esternón con nuestras manos boca abajo y entrelazadas.
Estiraremos los brazos y mantendremos la espalda recta para luego hacer presión con los hombros y comprimir con fuera y rapidez, ya que tenemos que hacer al menos cien compresiones por minuto. Si se tratara de un niño menor de un año haremos las compresiones únicamente con dos dedos.
Lo más complicado de todo es tener templanza para poder llevar a buen término el salvamento pero, sin duda, lo más conveniente y oportuno, es ser precavidos.