Las personas con obesidad mórbida y diabetes tipo 2 que se someten a una cirugía de bypass gástrico para reducir su estómago normalizan el control de la glucosa en pocos días. Al alta hospitalaria, el 80-90 por ciento de pacientes puede prescindir de su terapia antidiabética.
Los cambios metabólicos que produce el puenteo de una parte del estómago “son tan potentes” que el perfil glucémico mejora mucho y muy rápidamente en estos pacientes, según las investigaciones de Gema Frühbeck, consultora del Departamento de Endocrinología y Nutrición y directora del Laboratorio de Investigaciones Metabólicas de la Clínica Universitaria de Navarra (CUN).
En los casos en los que la diabetes no se cura por completo, las necesidades farmacológicas de antidiabéticos orales o insulina disminuyen. Estos resultados hacen plantearse que el tratamiento de elección para los diabéticos tipo 2 con obesidad asociada pudiera ser el bypass gástrico, una opción “para la que todavía existe cierta reticencia”, ha matizado Frühbeck en el marco de las jornadas Obesidad: Un enfoque multidisciplinario, celebradas en la sede de la Fundación Mutua Madrileña, en Madrid.
El rápido efecto de esta cirugía bariátrica sobre el metabolismo hidrocarbonado es independiente del tiempo de evolución de la diabetes y del tipo de tratamiento que sigan.
El resto de tipos de cirugías de obesidad también mejoran el perfil glucémico, pero no de forma tan rápida y llamativa, sino más bien como consecuencia de la pérdida de peso.
Frühbeck ha centrado su trabajo en el estudio de los cambios que la cirugía bariátrica produce sobre la secreción de hormonas intestinales, algo muy poco estudiado hasta ahora.
Leptina y grelina
Para esta investigadora, que ha centrado sus trabajos en la hormona grelina, fue el descubrimiento de la leptina lo que amplió el foco de atención de la evolución de la cirugía bariátrica, añadiéndole elementos neuroendocrinos.
Además de los efectos del bypass gástrico sobre la insulina, Frühbeck ha descubierto que cada tipo de intervención bariátrica produce cambios hormonales distintos, “que dependen de la parte del tracto gastrointestinal que se excluya”. Así, mientras que las técnicas derivativas no afectan a la grelina, el bypass, que excluye una parte importante del fundus gástrico, disminuye las concentraciones de grelina, reduciendo con ello el efecto orexígeno inherente a esta hormona.
“El paciente es el que mejor elige la cirugía que le irá bien”
Kelvin Higa lleva más de quince años dedicado a la cirugía de la obesidad en la Universidad de California en San Francisco (UCSF) en la localidad de Fresno. Desde 1998 realiza el procedimiento por laparoscopia y su equipo ya reúne una experiencia de 5.000 casos por esta vía, ya sea de bandas gástricas, de bypass o de técnicas mixtas.
Higa, que ha participado en las jornadas Obesidad: un enfoque multidisciplinar, en Madrid, es partidario de que sea el paciente el que decida cuál es el tipo de intervención que prefiere.”Ellos son los que mejor se conocen. Por tanto, el mejor procedimiento es el que paciente elige con toda la información en su mano y con el consejo del cirujano”.La decisión “no debe basarse únicamente en la seguridad del procedimiento”, sino en la forma de vida que llevan y hasta qué punto están dispuestos a modificarla.
Malos hábitos
El bypass gástrico es la técnica más empleada en Estados Unidos (el 85 por ciento de cirugías de obesidad se hacen con ella).Higa lo defiende frente a la de Scopinaro porque implica la reeducación y corrección de los malos hábitos alimenticios, puesto que “la cirugía es sólo parte de un abordaje interdisciplinar”.
Aparte del bypass, las otras dos técnicas empleadas en Norteamérica son las bandas gástricas, “que están ganando terreno”, y el cruce duodenal. La Scopinaro no está tan extendida, según Higa, por sus efectos secundarios, tales como diarrea o problemas nutricionales, que son especialmente llamativos en la población californiana que él trata, “quizá por el tipo de dieta o por la incapacidad para cambiarla”.