El agua es vida, y en cierta manera lo es literalmente: si bebemos menos agua de la que nuestro organismo requiere pueden comenzar a fallar algunas funciones del organismo y que se vea comprometida nuestra salud cardiovascular. Ocurre por ejemplo cuando la deshidratación lleva a una mala función renal y esta provoca la aparición de arritmias.

En verano es especialmente importante tenerla en mente y llevarla a cabo ya que es cuando usualmente perdemos más líquido: con el calor aparece el sudor, que hace que eliminemos más agua de la normal. Por eso debemos reponer con más frecuencia el contenido hídrico que el cuerpo ha perdido.

De no ser así, nuestro organismo nos mandará señales como mareos, dolor de cabeza, aletargamiento, sensación de boca seca, calambres musculares, sudor frío o incluso visión borrosa y pérdida de conocimiento en situaciones extremas. Para evitar estas situaciones debamos adelantarnos y cubrir nuestras necesidades de agua antes. Los especialistas advierten que no hay que esperar a sentir sensación de sed para beber agua; de hecho, si llegamos a tener sed es que ya hemos llegado tarde porque hemos comenzado a deshidratarnos. Además, esa sensación puede no aparecer o hacerlo sin demasiada intensidad en determinados grupos de población como los mayores y los niños.

Para nunca deshidratarte…

– Evita  estar en espacios sin sombra cuando el sol es más intenso -entre las 12 de la mañana y las 5 de la tarde-.

– No esperes a tener sed para beber agua.

– La leche, las frutas y las hortalizas frescas son abundantes en agua y pueden ayudar notablemente al aporte total de agua que necesitamos. Recuerda consumir estos productos frecuentemente.

– Controla el consumo de alcohol.

– Al practicar deporte, recuerda incrementar tu hidratación porque pierdes más agua durante el ejercicio. También se pierden electrolitos , por lo que también es buena idea ingerir bebidas isotónicas.

Fuente:

Fundación Española del Corazón