No todas las personas con cáncer tienen dolor oncológico, pero algunas sí. Si tienes cáncer que se ha expandido o ha vuelto a aparecer, tus probabilidades de sentir dolor son mayores.
El dolor oncológico adopta diversas formas. Puede ser un dolor sordo, intenso, agudo o con ardor. Puede ser constante, intermitente, leve, moderado o intenso. La intensidad del dolor depende de varios factores, como el tipo de cáncer que tienes, cuán avanzado está, dónde se ubica y cuál es tu nivel de tolerancia al dolor.
Ten presente que la mayoría de los dolores oncológicos son controlables y que controlar el dolor es fundamental para tu tratamiento.
La causa del dolor oncológico puede ser porque el cáncer está creciendo dentro del tejido circundante o lo está destruyendo. A medida que el tumor crece, puede presionar nervios, huesos u órganos. También es posible que el tumor segregue sustancias químicas que pueden provocar dolor. O bien, la reacción del organismo a las sustancias químicas puede provocar dolor.
El tratamiento del cáncer puede ayudar con el dolor en estos casos. Sin embargo, los tratamientos oncológicos, como la cirugía, la radiación y la quimioterapia, también pueden causar dolor.
Si esto es imposible, los analgésicos generalmente pueden controlar el dolor. Existen tratamientos especializados, como un bloqueo nervioso, que consiste en la inyección de un anestésico local en un nervio o alrededor de este. El bloqueo evita que los mensajes de dolor que viajan a lo largo de esa vía nerviosa lleguen al cerebro.