La cistitis intersticial (actualmente se prefiere el término Síndrome de Vejiga Dolorosa) es una enfermedad crónica que se caracteriza por la sensación de presión en el bajo vientre y la vejiga, dolor con la micción, urgencia y aumento de la frecuencia miccional y, en ocasiones, dolor pélvico. El dolor puede ir desde un malestar moderado hasta un dolor intenso e incapacitante. Típicamente, hay épocas mejores y otras peores, incluso oscilaciones importantes dentro de un mismo día. Las personas afectadas sufren un gran impacto emocional, puesto que la enfermedad impone muchas limitaciones a su vida, tanto a nivel personal como social y laboral.
Por qué se produce la cistitis intersticial y motivos por los que se vuelve crónica
La causa de la cistitis intersticial no se conoce con certeza. La vejiga es un órgano capaz de almacenar orina hasta que, cuando llega a un volumen determinado, nuestro cerebro nos informa de ello para esperar al momento adecuado y vaciarla. Se especula que en su origen puede haber cambios inflamatorios en el urotelio vesical, alteraciones en la transmisión de estímulos desde la vejiga al cerebro (Sistema Nervioso Central -SNC-), alteraciones en la respuesta del SNC a estos estímulos, o una mezcla de todo ello. Es probable que pueda existir también cierta predisposición genética, y que un entorno emocional desfavorable en un momento dado pueda influir para que se produzca una respuesta maladaptativa a un estímulo visceral normal, como el llenado de la vejiga. Luego, la repetición conduce a un fenómeno conocido como sensibilización central que, básicamente, significa que nuestro SNC sufre cambios parecidos a los que se observan en los procesos de memoria, que conducen a la cronificación del dolor.
Colectivos con mayor predisposición a sufrir cistitis intersticial
Puede que exista predisposición genética a la cistitis intersticial, cuyo carácter no es bien conocido. Se diagnostica más en mujeres y a partir de los 30 años de edad (aunque puede diagnosticarse antes). Las personas que sufren otras formas de dolor pélvico crónico tienen mayor riesgo de sufrir también síntomas de Síndrome de Vejiga Dolorosa (SVD). Así, aquellas afectadas de vulvodinia, colon irritable, dismenorrea o fibromialgia, pueden ser diagnosticadas de SVD con mayor frecuencia que la población general, teniendo en cuenta el solapamiento de síntomas que suele producirse en estos casos.
Cómo tratar la cistitis intersticial: tratamientos médicos y holísticos
No hay ningún tratamiento que, por sí solo, sea efectivo. Muchas veces hace falta reconocer que el primer objetivo es conseguir una buena convivencia con la enfermedad. Se recomienda un tratamiento multimodal, interdisciplinar y holístico. Esto es, que contemple aspectos biológicos pero también el contexto emocional y los costes sociales que la enfermedad comporta. Y requiere la participación de diversos especialistas de distintas disciplinas: médicos (ginecólogos y urólogos), psicólogos, fisioterapeutas, incluso osteópatas o acupuntores. Se pueden utilizar tratamientos médicos (a menudo con fármacos que influyen en la forma como los nervios conducen los estímulos, como algunos antidepresivos), hidrodistensión vesical, instilación de sustancias en la vejiga, fisioterapia del suelo pélvico, terapia cognitivo-conductual, en ocasiones bloqueos nerviosos… La mejor aproximación es aquella que contemple todos los aspectos y dimensiones de la persona, y requiere el trabajo en equipo de los profesionales.
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