La ortodoncia se ocupa de diagnosticar, corregir e incluso prevenir las anomalías (maloclusiones) en la forma, posición, relación y función de los dientes y los maxilares, la cara y los trastornos funcionales de la masticación. Entre tales anomalías figuran:
- Mala alineación o apiñamiento de los dientes.
- Posición adelanta o retrasada de las piezas dentales en relación a los maxilares.
- Desplazamiento de uno de los dos maxilares, etc..
Aunque los tratamientos que ofrece la ortodoncia pueden realizarse a cualquier edad, cuanto antes se detecten estas anomalías, más sencillo y eficaz resultará su tratamiento y corrección. Es por ello que los ortodoncistas recomiendan que a los niños se les someta a una revisión a partir de los seis años.
Los tratamientos de ortodoncia pueden ser:
- Interceptivos: se realizan cuando el niño está todavía con la dentición temporal o en proceso de renovación y se dirigen a resolver maloclusiones incipientes derivadas, por ejemplo, del hábito de succionar el pulgar
- Correctivos: por el contrario, se llevan a cabo cuando no se ha realizado un tratamiento interceptivo previo o éste no ha sido suficiente para evitar la maloclusión, y el objetivo es resolver la alteración de forma definitiva. En este caso se recomienda iniciar los tratamientos entre los 10 y los 12 años, pues pueden durar entre un año y medio y tres años.
Para la ortodoncia se utilizan aparatos correctores, que pueden ser:
- Fijos: son los más importantes, ya que permiten desplazar de forma individual a todas y cada una de las piezas dentarias en cualquier dirección del espacio. Son los conocidos brackets, unas piezas metálicas que sostienen el arco que produce el desplazamiento dental. En la actualidad se dispone también de brackets de zafiro que resultan poco visibles al tratarse de cristales transparentes de elevada dureza.
- Removibles: se caracterizan porque pueden quitarse sin ayuda del ortodoncista para comer o para su limpieza. Están indicados para corregir alteraciones de la respiración y/o deglución, expandir los maxilares, crear espacio para futuras piezas permanentes, alinear los dientes, cerrar mordidas abiertas, etc. En ocasiones se utilizan como apoyo para la ortodoncia fija.
Tras una ortodoncia fija se deben utilizar por lo general aparatos llamados de retención, cuya función es la de mantener los dientes en su sitio evitando posibles movimientos de los mismos.
En ocasiones la ortodoncia puede no ser suficiente para corregir las anomalías o maloclusiones dentales, en cuyo caso el tratamiento podría ser complementado con una cirugía maxilofacial.