Cuando las personas se desvelan repetidamente para ir a comer pueden padecer un desequilibrio que requiere de cuidado y tratamiento. Los expertos dicen que la conducta podría estar relacionada con desordenes genéticos y emocionales, y que más que dejarla pasar como un hecho anecdótico, es un asunto en el que en necesaria la consulta de un especialista. Quizá está padeciendo el llamado Síndrome de Alimentación Nocturna (SAN).
No es para alarmarse si usted es de los que se levanta después de la medianoche con mucha hambre y busca algo para calmarla. No es extraño si se trata de algo ocasional. Pero si usted suele estar inapetente durante el día y en la noche siente unas ganas compulsivas de comer que lo obligan a despertarse y abandonar la cama para ir a la cocina, es posible que se trate de SAN.
Este comportamiento, que consiste en un desajuste de los tiempos de ingesta de alimentos, además de trastornar el sueño, está asociado con desequilibrios genéticos, depresión y ansiedad. Y aunque se desconoce su prevalencia se calcula que afecta al dos por ciento de la población mundial. Incluso una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensylvania (Estados Unidos, 2003) señala que un 6 por ciento de las personas que sufren obesidad padecen SAN.
Sobre este indicador, el neurólogo y especialista en sueño Miguel Dávila asegura que hoy la cifra es mayor: “Hasta un 30 por ciento de los obesos reconoce que asalta la nevera durante el periodo del sueño. Este trastorno –dice el especialista– es relativamente raro porque, precisamente, la gente no lo confiesa. Es más, hay personas que padecen esto y ni se han dado cuenta de que se levantan a las dos de la mañana a comer”.
También existen personas que en consulta con su médico relatan con detalle estos comportamientos alimenticios nocturnos. “Saben exactamente qué comieron –dice Dávila–, que por lo general son alimentos de alto contenido calórico”.
Ahora bien, es importante tener en cuenta que no siempre los hábitos alimenticios desordenados o que no están dentro de los horarios del promedio de la gente, indican que se padece Síndrome de Alimentación Nocturna o algún trastorno alimenticio. El cambio esporádico de los horarios laborales, las jornadas nocturnas de estudio, el no haber quedado satisfecho con la cena o el sufrir de dispepsias (ardor en la boca del estómago) pueden hacer que las personas se levanten por las noches a comer algo. Esto no significa que estén enfermos y los síntomas desaparecen una vez el organismo se compensa.
La primera vez que se habló de este síndrome fue en 1955, cuando el doctor estadounidense Albert Stunkard estudió los casos de pacientes con obesidad que tras no ingerir alimentos durante el día desarrollaban una necesidad de ingerir comida a partir de las 8 de la noche, o incluso en la madrugada, lo que a su vez les afectaba el sueño.
De acuerdo con un reciente estudio de científicos del Instituto Salk, de California (EE. UU.), el SAN se genera por la mutación de un par de genes encargados de sincronizar el reloj biológico; es decir, de ajustar los horarios del cuerpo para comer o dormir, dependiendo de factores como la luz y la temperatura. Citado por la BBC, Satchidananda Panda, director de dicha investigación (realizada con ratones), publicada en la revista científica Cell Reports, señala: “No esperábamos que pudiéramos separar el ciclo de sueño y el de alimentación, especialmente con una mutación simple. Esto abre las puertas a un motón de preguntas sobre cómo se regulan estos ciclos”.
¿Soy un ‘comilón’ nocturno?
Las personas que padecen SAN suelen presentar, durante mínimo dos meses, los siguientes síntomas:
– No desayunan. Ingieren comida después de varias horas de despertar.
– La mitad de las calorías diarias (cerca de 56 %) las consumen entre las 8 de la noche y las seis de la mañana. Los alimentos que ingieren son, en su mayoría, carbohidratos.
– Sufren de depresión, baja autoestima y ansiedad. Cuando despiertan, sienten culpa.
– Padecen de insomnio y, en algunos casos, sonambulismo.
Estas manifestaciones se resumen, según la psicóloga Sandra Herrera, en tres condiciones preponderantes: anorexia (inapetencia) matutina, hiperfagia (exceso de apetito y consumo frenético de alimentos) nocturna e insomnio.
Cuatro categorías
En cuanto a los tipos de ‘comilones’ nocturnos, investigaciones médicas apuntan que puede haber cuatro categorías:
1. Compulsivo de tarde y noche: en el día no tiene apetito y en la noche consume desenfrenadamente alimentos hasta que logra conciliar el sueño.
2. Ansioso: despierta durante la noche con mucha ansiedad a causa de situaciones presentadas durante el día y solo encuentra tranquilidad al comer. Luego logra dormirse.
3. Con antojos: tiene antojos de alimentos específicos y busca saciarlos.
4. Comer para descansar: sufre de insomnio fuerte y siente que al comer recupera las horas de sueño perdidas y descansa.
¿Qué hacer?
El Síndrome de Alimentación Nocturna (SAN) puede ser tratado. Lo primero que se debe hacer, si sospecha de que sufre este mal, es hablar con su médico para informarle sus síntomas. Luego, a partir del diagnóstico, deberá empezar una serie de tratamientos que incluyen: evaluación nutricional, asesoría en higiene del sueño, terapias de manejo del estrés y actividad física.
El doctor Dávila asegura que el tratamiento se determina de acuerdo con las condiciones de cada paciente, pero, dice, “la psicoterapia puede ser bastante útil, pues siempre estamos expuestos a situaciones de estrés y preocupación, que se pueden manejar”.