¿Qué es la embolia?
Se entiende por embolia la obstrucción de una arteria corporal y que disminuye e incluso puede llegar a interrumpir al completo la circulación de sangre. Por lo general, se considera un émbolo a un cuerpo pequeño desprendido de otra parte del organismo, distinta a su localización, y que ha sido transportado por la corriente sanguínea hasta colapsar un vaso con diámetro insuficiente para dejarlo circular libremente. Como consecuencia, se produce una isquemia en la zona del vaso afectado.
Existen varias formas clínicas de embolia: la cerebral, en la que la obstrucción afecta a un vaso cerebral y se manifiesta por un cuadro más o menos grave de ictus; la embolia pulmonar, oclusión de la arteria pulmonar que puede provocar la falta de funcionamiento de una parte del pulmón, o en casos graves el fallecimiento instantáneo; la embolia de la arteria central de la retina, que puede llevar a la ceguera del ojo afectado.
¿Qué síntomas presenta?
Los síntomas que se pueden presentar son descenso de la temperatura en brazos o piernas, disminución o ausencia del pulso, falta de movimiento en un brazo o pierna, dolor y espasmo muscular en la zona afectada, entumecimiento, debilidad, hormigueo y/o palidez de la parte afectada. Posteriormente también pueden aparecer ampollas, desprendimiento de piel, úlceras cutáneas y necrosis. Además, en función del órgano afectado se presenta dolor en la parte comprometida y reducción de la funcionalidad de dicho órgano.
Causas de la embolia o por qué se produce
Las embolias pueden originarse por la incrustación de un cuerpo extraño o émbolo (trombo sanguíneo, grasa, líquido amniótico o parásitos) o por la infección en la zona afectada. Además, la acumulación de células tumorales que migran desde el tumor originario también puede generar la embolia y metástasis. Otra causa es el embolismo aéreo, es decir, acumulación de aire provocada por lesiones en las venas o complicaciones postoperatorias.
¿Se puede prevenir?
Es posible prevenir una embolia con la identificación de posibles generadores de coágulos de sangre. Además, también se deberá tener en cuenta el ritmo y la calidad de vida que siga el paciente. El tabaco, la falta de ejercicio, la hipertensión, disponer de niveles anormales de colesterol, la diabetes, el sobrepeso o el estrés son factores de riesgo que conllevan el desarrollo de una embolia.
¿En qué consiste el tratamiento?
Los objetivos del tratamiento son controlar los síntomas y mejorar el flujo de sangre interrumpido del área afectada. A nivel farmacológico el especialista recetará anticoagulantes para prevenir la formación de coágulos y deshacerlos, medicamentos antiplaquetario, analgésicos administrados por vía intravenosa y trombolíticos. En ciertos casos se precisará de cirugía como la derivación de la arteria (bypass) para originar una segunda fuente de riego, la extracción del coágulo mediante catéter con balón incluido en la arteria afectada o por cirugía abierta en la arteria (embolectomía) y abertura de la arteria por catéter con balón (angioplastia), con una endoprótesis vascular (stent) o sin ella.