Las primeras personas que pueden sospechar que un niño puede tener un trastorno del habla o del lenguaje suelen ser aquellas que tienen mayor relación con él, normalmente sus padres o profesores de preescolar o de escuela primaria.
En el diagnóstico pueden participar varios profesionales del habla y del lenguaje, incluyendo un foniatra, es decir, un profesional de la salud capacitado para evaluar y tratar a niños con problemas del habla o del lenguaje.
Las habilidades en el lenguaje se miden usando herramientas de evaluación que determinan la capacidad del niño de construir frases y mantener las palabras en el orden correcto, el número de palabras en su vocabulario y la calidad de su lenguaje hablado.
También hay una cantidad de pruebas específicamente diseñadas para diagnosticar estos casos. Algunas de las pruebas usan interacciones entre el niño y títeres u otros juguetes. De esta manera, los especialistas pueden evaluar su situación.