Ocurrió un día sin más. De repente, todo comenzó a moverse bajo sus pies, a su alrededor giraba el mundo, como en la canción, pero con menos gracia. La vista levemente borrosa. Se calcula que un 7% de la población va a sufrir un episodio de vértigo a lo largo de su vida, en la mayoría de los casos fácilmente reversible con tratamiento y sin mayores consecuencias, aunque quien lo ha sufrido, no lo olvida.

“A mí me pasó hace unos años. Acababa de tener un catarro fuerte, con infección de oídos, y estando en el trabajo, de repente, sentí que me caía en el vacío. Todo era inestable a mi alrededor. Me fui a casa y me metí en la cama, aunque allí me sentía incluso peor porque la habitación parecía un barco en medio de la tormenta”.

M., la persona que relata esta situación -y prefiere que se omita su nombre- representa uno de los escenarios más típicos del vértigo, como lo describe el doctor Nicolás Pérez, otorrino de la Clínica Universidad de Navarra

“Suelen ser episodios brutales, muy fuertes, pero que en uno o dos días mejoran mucho y en la mayoría de los casos no vuelven a repetirse”, explica el otorrino navarro. Como en el caso de M., la causa más habitual de estos vértigos es una neuritis vestibular, una inflamacción del nervio del oído causada por una infección viral. “Suelen producirse después de un catarro o una gripe fuerte”.

Estos pacientes responden bien al tratamiento con antiinflamatorios, aunque como alerta el especialista, en algunos casos, puede persistir cierta sensación de inestabilidad.

El segundo tipo de vértigo más común es el llamado paroxístico benigno, que comparte los mismos síntomas con el primero, aunque como aclara el doctor Pérez, una buena exploración e historia clínica del paciente puede ayudar a hacer un diagnóstico preciso del tipo y origen del vértigo. Porque no hay que olvidar que el vértigo en sí no es una enfermedad, sino un síntoma, y un diagnóstico preciso es clave para descartar que detrás de ese mareo haya un problema más serio, por ejemplo, un ictus o incluso un tumor benigno en el nervio vestibular.

En el caso del vértigo posicional, como prosigue el otorrino de la Clínica de Navarra, los síntomas de mareo e inestabilidad pueden comenzar después de hacer algún movimiento, como agacharse, tumbarse en la cama, mirar hacia arriba… “El oído interno tiene un sistema de conductos llenos de un líquido y fragmentos que le permiten detectar el movimiento, las aceleraciones… Pero hay ocasiones en las que esos fragmentos de carbonato cálcico se desprenden y el oído sufre un exceso de estímulos”.

Para corregir estos episodios, los otorrinos recurren a una -aparentemente sencilla- maniobra (denominada de Epley) para recolocar en sus sitio los fragmentos desprendidos mediante la propia gravedad. “Una vez que hemos detectado en qué oído y en qué conducto está el problema, la maniobra trata de recolocarlos posicionando la cabeza”, explica.

Éste parece ser el tipo de vértigo que sufrió Olga, aunque como coincide con el doctor Pérez, sus síntomas se confunden a menudo con un problema de cervicales. “A mí me dio el primer episodio estando en la cama y al principio lo atribuí a un problema de espalda porque tengo bastante escoliosis y muchas contracturas”.

A Olga también le hicieron la maniobra de Epley [como se ve en la imagen], aunque reconoce que ha combinado las visitas al otorrino con un mejor cuidado de su espalda. De hecho, recientemente, después de un mes sin ir al fisioterapeuta, el vértigo le ha vuelto a repetir. Es lo que ocurre, de hecho, en el 15% de estos tipos de vértigo.

Ella comparte las mismas sensaciones que M. cuando se refiere al vértigo, como un episodio “que asusta mucho, y temes que te vuelva a repetir”. Es cierto, admite el doctor Pérez, que el vértigo “tiene una gran repercusión psicológica, porque los pacientes lo perciben con una gran peligrosidad y se suelen vivenciar con gravedad por miedo a que se repitan las crisis”.

De hecho, Olga admite que ha desarrollado algunas fobias posturales, y que intenta dormir con la cabeza elevada para que no le repita.

Un tercer grupo de pacientes sufre vértigos de repetición, asociados generalmente a cefaleas o pérdidas de audición, por alteraciones en el oído interno. En estos casos, las crisis se pueden repetir, sin un desencadenante claro, y al ser más imprecisas, en ocasiones es necesario recurrir a una prueba de imagen para hacer un buen diagnóstico.

El tratamiento farmacológico del vértigo se suele basar en fármacos que actúan como sedantes del sistema nervioso central [tipo benzodiacepinas o neurolépticos] que alivian también las náuseas que sufren estos pacientes. Sin embargo, como aclara el doctor Pérez, es aconsejable que se usen sólo a corto plazo, para aliviar la sensación de la crisis aguda, porque tienen muchos efectos secundarios.

En un 15%-20% de los casos de vértigo, aunque la crisis remite, los pacientes no acaban de recuperar del todo la sensación de estabilidad y son necesarios ciertos ejercicios de recuperación del equilibrio para reacondicionar el sistema del equilibrio en el oído.