El cupping o masaje con ventosas consiste en aplicar ventosas sobre el cuerpo, a las que se les extrae el aire, y que se manipulan con el fin de eliminar toxinas de la sangre y la linfa, o tratar diversas afecciones.

Seguramente te haya chocado ver al deportista más laureado de toda la Historia de Los Juegos Olímpicos lucir unos aparatosos moratones en sus últimas competiciones. Pues bien, son el resultado de sus sesiones de cupping, una de las técnicas de recuperación muscular más de moda entre deportistas y famosos de todo tipo. Pero emplear ventosas para extraer mediante succión el espíritu responsable de que el organismo se encuentre enfermo no es nada nuevo, es una práctica ancestral que se remonta a más de tres siglos antes de Cristo. Así, existen pruebas del uso de las ventosas con fines médicos en Mesopotamia (3.300 a.C.), en el antiguo Egipto (2.200 a.C.), e incluso en la India (1.500 a.C.). Esta práctica también se extendió a Grecia, donde Hipócrates (400 a.C.) dejó indicaciones sobre su uso, así como a los países árabes y a China.

La terapia con ventosas también se denomina con el término inglés cupping, que deriva de ‘cup’ que en inglés significa taza, y consiste en aplicar ventosas –normalmente elaboradas con cristal o plástico– sobre el cuerpo del paciente, y hacer con ellas un efecto de vacío mediante el que la ventosa se adhiere al cuerpo y succiona la piel y parte del músculo, abriendo los poros y estimulando la circulación sanguínea y linfática.

Los partidarios del cupping consideran también que es el mejor método para abrir los meridianos del cuerpo, que son los conductos a través de los cuales fluye la energía, por lo que esta terapia alternativa funciona de forma similar a la acupuntura.

Los detractores de esta técnica señalan que no existen evidencias científicas que avalen sus supuestos beneficios para la salud, y que las mejorías experimentadas por algunos paciente podrían deberse al ‘efecto placebo’. Por el contrario, un estudio publicado el año pasado en PloS ONE basado en un revisión de 135 estudios realizados entre 1992 y 2010 concluía que combinar el cupping con otros tratamientos o fármacos conseguía mejorar afecciones como el acné, el herpes zoster o la espondilosis cervical.

En la técnica del cupping se pueden aplicar las ventosas de varias formas y con distintos objetivos:

Masaje: una vez que se ha hecho el vacío y se ha colocado la ventosa sobre la piel del paciente, se desliza de un lado a otro produciendo un efecto masaje (para lo que previamente se habrá aplicado un aceite que facilite el deslizamiento de la ventosa), que estimula la circulación de la sangre y de la linfa y sirve para eliminar toxinas.

Ventosa fija: Se adhiere la ventosa en determinados puntos con el fin de tratar ciertas zonas del cuerpo a través de sus puntos reflejos en la espalda.

Aplicación y extracción de la ventosa: solo se emplea sobre la espalda y consiste en aplicar la ventosa y dejarla solo unos segundos, para a continuación cambiar a otra parte de la zona a tratar. Se utiliza para desprender el exceso de mucosidad cuando existe congestión pulmonar.

Wet cupping o sangrado con ventosa: se aplica una ventosa en una zona congestionada o inflamada que precise este tratamiento durante alrededor de tres minutos, y después se realiza una incisión superficial en la piel del paciente para que salga una pequeña cantidad de sangre que permita descongestionar dicha zona.

Aunque se necesiten nuevos estudios que profundicen sobre los beneficios del cupping, lo cierto es que se trata de una terapia empleada desde hace milenios que, según la ‘British Cupping Society’, sirve para tratar, entre otros, los siguientes problemas:

Alteraciones sanguíneas como la anemia y la hemofilia.
Enfermedades reumáticas, como fibromialgia y artritis.
Migraña.
Problemas ginecológicos e infertilidad.
Ansiedad y depresión.
Afecciones de la piel como el acné y el eccema.
Hipertensión.
Congestión bronquial provocada por asma o alergia.

El cupping realizado por expertos es una terapia relativamente segura, pero puede tener algunos efectos secundarios como ardores o picores, o infección en la piel. Además, está contraindicada en mujeres embarazadas o durante la menstruación, y en personas que presenten una fractura ósea o espasmos musculares, así como en pacientes con metástasis.

FUENTE: WEB CONSULTAS