Los avances tecnológicos de las últimas décadas han influido notablemente en la medicina actual con exitosos resultados en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Pero el precio a esta tecnificación conlleva el riesgo de deshumanizar la medicina por estar más pendientes de curar enfermedades que no de atender personas que están enfermas.

En el año 1904 William Osler, médico canadiense considerado uno de los padres de la medicina moderna, escribía “es mucho más importante saber qué clase de paciente tiene una enfermedad que la clase de enfermedad que tiene un paciente”. Hoy, un siglo después, se consolida este cambio de paradigma en la relación médico-paciente, superando el papel paternalista protector del médico y escuchando las prioridades del enfermo, reflejado en la denominada Atención Centrada en el Paciente (ACP).

El paciente debe ser el centro de atención

El paciente pasa a ser el “centro” de la atención, partiendo de la premisa de que cada individuo experimenta y afronta los problemas de salud a su manera en el marco de las circunstancias particulares de su vida. Así, el enfoque comporta el reconocimiento de cada persona como un ser singular con una historia de vida o biografía que justifica sus prioridades, valores y/o creencias religiosas.

La ACP busca proporcionar una atención respetuosa y receptiva a las preferencias, las necesidades y los valores del paciente, y garantizar que los valores del enfermo guíen todas las decisiones clínicas con el objetivo de priorizar su dignidad y mejorar su calidad de vida. El paciente pasa a decidir sobre sus preferencias en el ámbito de la salud, pero para ello necesita una información que le ayude en la elaboración de esta decisión final, por parte del especialista en Geriatría.

 

Importancia del asesoramiento por el especialista en Geriatría

Efectivamente, el nuevo cambio de relación médico-paciente conlleva un empoderamiento de los pacientes y sus familiares para que tomen un papel activo en la toma de las decisiones importantes para su salud, y ello requiere escucharlos, informarlos e involucrarlos en su cuidado. El médico debe ofrecer las diferentes opciones terapéuticas, describiendo sus riesgos y beneficios, que permitan al paciente expresar sus preferencias y valores. Los ejemplos incluyen decisiones sobre cirugía mayor, medicamentos que se deben tomar y/o pruebas complementarias.

El modelo ACP está teniendo un importante desarrollo como elemento de mejora asistencial en el ámbito de la atención geriátrica residencial y en las demencias. La principal aportación radica en este rol “activo” del anciano en la toma de decisiones, incluso cuando presentan un deterioro cognitivo, con el fin de salvaguardar su dignidad y bienestar subjetivo. En España, lenta pero progresivamente, cada día son más los centros geriátricos que incorporan este modelo de atención dirigido a las personas mayores, intentado adecuar una atención personal e individualizada en el conjunto de actividades diarias que se puedan realizar en la residencia y/o centro sociosanitario.

La ACP consolida el respeto a decidir de manera autónoma de todas las personas, independientemente de su edad y/o de su discapacidad, y evita que con un excesivo cuidado supla y se apropie de manera anticipada de la voluntad del enfermo, especialmente en el ámbito de la geriatría.

“Mi vida, mi elección, mi camino”. Tres palabras que garantizan una ACP. Tres palabras diferentes para cada persona.

 

Al final la recomendación es visitar a su GERIATRA o en su defecto visitar nuestro sitio web https://medicosenmerida.mx/medicos-en-merida/geriatras/ para encontrar el especialista que mejor se adapte a sus necesidades.