La fiebre es un aumento temporal de la temperatura del cuerpo, en general debido a una enfermedad. Tener fiebre es signo de que algo fuera de lo común está pasando en el cuerpo.

Para un adulto, la fiebre puede ser molesta, pero normalmente no es algo que causa preocupación a menos que alcance los 103 °F (39,4 °C) o más. En lactantes y bebés, una temperatura algo elevada puede indicar una infección grave.

La fiebre normalmente desaparece al cabo de algunos días. Varios medicamentos de venta libre bajan la fiebre, pero a veces es mejor no utilizar ningún tratamiento. La fiebre parece tener un papel fundamental al ayudar al cuerpo a combatir varias infecciones.

Tienes fiebre cuando la temperatura aumenta por encima del rango normal. Lo que es normal para ti puede ser un poco más alto o más bajo que la temperatura normal promedio de 98,6 °F (37 °C).

Según lo que causa la fiebre, los siguientes pueden ser otros signos y síntomas:

  • Sudoración
  • Sensación de frío y escalofríos
  • Dolor de cabeza
  • Dolores musculares
  • Pérdida de apetito
  • Irritabilidad
  • Deshidratación
  • Debilidad general

Los niños de entre 6 meses y 5 años pueden tener convulsiones febriles. Aproximadamente un tercio de los niños que tienen una convulsión febril tendrán otra, en general, dentro de los próximos 12 meses.

Para tomarte la temperatura o la de tu hijo, puedes elegir diferentes tipos de termómetros, incluidos los orales, los rectales, los de oído (timpánicos) y los de frente (arteria temporal).

Aunque no es la forma más precisa de tomar la temperatura, puedes utilizar un termómetro oral para obtener una lectura de la axila (axilar) de la siguiente manera:

  1. Coloca el termómetro en la axila y ubica los brazos o los de tu hijo sobre el pecho.
  2. Espera entre cuatro y cinco minutos. La temperatura axilar es ligeramente más baja que la temperatura oral.
  3. Si llamas al médico, infórmale el número real que dio el termómetro y en qué parte del cuerpo tomaste la temperatura.

Usa un termómetro rectal para los lactantes:

  1. Coloca una pequeña cantidad de jalea de petróleo en la ampolleta.
  2. Recuesta a tu bebé boca abajo.
  3. Introduce con cuidado la ampolleta entre 1/2 pulgada y 1 pulgada (1,3 cm a 2,5 cm) en el recto del bebé.
  4. Sostén la ampolleta y a tu bebé quietos durante tres minutos.
  5. No sueltes el termómetro mientras está en el interior de tu bebé. Si el bebé se retuerce, el termómetro podría llegar más profundo y causar una lesión.

La fiebre en sí misma puede no ser una causa de alarma —o un motivo para llamar al médico—. Sin embargo, existen ciertas circunstancias en las que debes consultar al médico si se trata de tu bebé, de tu niño o de ti mismo.

Una fiebre sin causa aparente es motivo de mayor preocupación cuando se trata de lactantes y niños que cuando se trata de adultos. Llama al médico de tu bebé si tu hijo tiene las siguientes características:

  • Menos de 3 mesesy tiene una temperatura rectal de 100,4 °F (38 °C) o más.
  • Entre 3 y 6 meses, tiene una temperatura rectal de hasta 102 °F (38,9 °C) y está inusualmente irritable, aletargado o molesto, o si tiene una temperatura mayor que 102 °F (38,9 °C).
  • Entre 6 y 24 meses, tiene una temperatura rectal mayor que 102 °F (38,9 °C) que dura más de un día, pero no presenta otros síntomas. Si tu hijo también tiene otros signos y síntomas, como resfrío, tos o diarrea, podrías llamar a su médico antes debido a la gravedad.

Probablemente, no exista motivo para alarmarse si tu hijo tiene fiebre, pero reacciona bien —hace contacto visual contigo y responde a tus expresiones faciales y a tu voz—, bebe líquidos y juega.

Llama al médico de tu hijo en las siguientes situaciones:

  • Está desanimado o irritable, vomita reiteradamente,tiene dolor de cabeza o dolor de estómago intenso, o tiene otros síntomas que causan una molestia importante.
  • Tiene fiebre después de haber estado en un automóvil caliente.Busca atención médica de inmediato.
  • Tiene fiebre que dura másde tres días.
  • Parece desanimado y hace poco contacto visual

Pídele asesoramiento al médico de tu hijo en circunstancias especiales, como cuando un niño tiene problemas del sistema inmunitario o una enfermedad preexistente.

Fuente: Mayo clinic